Solo. Piensas en tu soledad mientras sirves
agua en la olla y aunque sabes que no estás completamente solo, sientes todo el
peso de la ausencia sobre ti, llenando tu existencia, te utiliza como si fueras
un recipiente vacio hundiéndose en una tina llena de agua, no hay espacio que
quede vacio y sin embargo estas completamente a la deriva, abandonado. Solo.
Hace frío, mucho frío. Uno de los
inconvenientes de vivir tan al norte del país es precisamente lo extremo que
puede llegar a ser el clima, Chihuahua no es la excepción y si bien es cierto
que ver nevar es una experiencia muy gratificante, después de un par de semanas
con el termómetro rondando los cero grados, empieza a dejar de ser agradable.
Retiras la olla del fuego y vacías un poco de agua caliente en la taza para
preparar tu café, agregas un poco de leche y comienzas a mezclar el contenido,
aún cuando sabes que eso no le da ningún sabor especial a tu bebida, ni le
agrega mejoría alguna, no puedes dejar esa costumbre arraigada de tantos años.
Una sonrisa asoma a tu rostro al pensar en que a pesar de lo complejo de la
situación aún sigues siendo un animal de costumbres. Aspiras un poco del aroma
del café y dejas que te envuelva en su amargo sabor ligeramente suavizado por
la leche, terminas de revolver el contenido y mecánicamente tomas la olla para
llenar la taza. Mezclas un poco mas, quitas la cuchara de la taza y colocas tus
dos manos alrededor de la taza al tiempo que acercas tu rostro hacia ella para
aspirar todo el vapor que se desprende de la bebida caliente. Sientes como el
calor de la taza comienza a recorrer tus brazos y das un pequeño sorbo, la
sensación de aumento de temperatura recorriendo tu cuerpo es deliciosa y
repites esta misma operación varias veces, procurando terminar antes de que el
frío se apodere de tu taza.
Mientras te preparas otra taza de café miras la
televisión al otro lado de sala, decides encenderla con la esperanza de
escuchar algo acerca de una cura o mejora en la situación que se vive desde
hace varias semanas. Recorres la programación lenta y pausadamente, pero no
encuentras nada que te ayude a levantar el ánimo. Al principio los noticieros
recomendaban discreción antes de pasar las imágenes de los diversos ataques,
ahora eso no importaba. En los 3 canales que aún seguían transmitiendo noticias
de lo único que se hablaba era de la infección. Al principio decían que quizá
fuera solo un embuste de alguna productora de películas que buscaba publicidad,
pero bastaron solo unos días para que saliera el secretario de salud a informar
que se trataba de una infección nueva, pero que ya se tenía todo bajo control.
Un par de semanas después las noticias comenzaron a mostrar escenas censuradas
de personas atacando a otras sin sentido, las más asquerosas eran aquellas en
las que se mostraba a una o varias personas con las manos y el rostro llenos de
sangre mientras devoraban animales en la calle. Si de por si era repugnante ver
esas imágenes, lo que les daba un matiz mas espeluznante era el audio que las
acompañaba, puesto que algunos animales aullaban o emitían sonidos terribles
mientras eran devorados vivos, ya que decían en las noticias, estos enfermos
solo atacaban a seres con vida. Al parecer nadie le tomo importancia a los
primeros casos, lo que permitió que la infección se propagara con demasiada
rapidez. Eso era algo que se apreciaba bien en una frontera como aquella. Al
parecer todo empezó de este lado de la frontera, pero ¿cómo saberlo?
Al tiempo que apagas la televisión, te das
cuenta de que se ha terminado el café. Le das vuelta de nuevo a la idea de que
todo esto se pudo haber evitado si las personas encargadas de la seguridad
hubieran hecho a tiempo su trabajo, si tan solo alguien hubiera tomado en serio
los primeros brotes, sin embargo, mientras caminas por la casa llegas a la
misma conclusión: esto no podía evitarse. Cuando alguien tiene una enfermedad
terminal y contagiosa, no obstante que la mayoría de la gente evite a esa persona
para no contraer la enfermedad o simplemente porque le da asco o repulsión,
siempre habrá alguien que ame tanto a esa persona, que estará con él hasta el
final incluso a sabiendas de que puede ser víctima de la enfermedad, pero y si
la única cura para esa enfermedad contagiosa es matar al enfermo ¿matarías a
esa persona que amas?
Cuando entras en la habitación, Rafael, el
hermoso pastor ingles blanco con gris que se llama igual que tu porque a tu
esposa le pareció divertido y justificaba el nombre diciendo que de todos modos
cada que te llamaba para cualquier cosa, siempre venían los dos, levanta el
hocico y camina moviendo el rabo alegre hacia donde tu estas. Te golpea un par
de veces la mano con el hocico así que te agachas a la altura de su cabeza y
comienzas acariciarlo por detrás de las orejas. Siempre has pensado que no hay
mayor lealtad que la de los perros, animales nobles por naturaleza que siempre
brindan su cariño y compañía. Lo abrazas cariñosamente y colocas tu cara en su
lomo, sientes su calor a través del largo pelo que cae por sus costados, el te
demuestra su alegría agitando con mayor fuerza su rabo mientras lo acaricias.
Comienzas entonces a caminar hacia el otro cuarto, Rafael te sigue de manera
automática pero a medida que te acercas a la habitación comienza a rezagarse, puedes
sentir su inquietud, así que lo miras y das una palmada en tu pierna
indicándole que camine contigo, el obedece con pesar y tu acaricias su pelo
para calmarlo un poco al mismo tiempo que piensas en algo para calmarte tu
mismo.
Notas en tu mejilla izquierda el frío de una lágrima
recorriéndola lentamente. A la mitad del pasillo te detienes a ver la
fotografía de las últimas vacaciones que pasaron juntos, piensas en lo
maravillosa que era tu esposa, hermosa como una noche de luna de verano,
delicada como una burbuja que se desprende de la espuma de mar, inquieta como
el viento de otoño, alegre como la risa de un bebe. Sollozas abatido al mirar
sus ojos, al recordar su pelo en tus manos, su risa, su aliento, su compañía.
Rafael te mira y golpea tu mano con su hocico como queriendo consolarte, pero
solo consigue el efecto contrario, lo acaricias de nuevo tratando de
confortarlo un poco, el se tira de panza y te das cuenta de lo flaco que esta,
lo acaricias un poco mas y no puedes evitar que las lagrimas fluyan
desesperadas por tu rostro, intentas calmarte y avanzas un poco mas hacía la
habitación donde tu esposa, o lo que sea en que se haya convertido, comienza a
emitir un sonido terriblemente amargo al percibir tu presencia, hace cuatro
días que despertó de su letargo mortuorio y no ha consumido alimento alguno, al
principio eso no fue problema pero después del segundo día comenzó a quejarse
de manera constante y en el estado que están las cosas no hay porque llamar la
atención.
La miras por el pequeño orificio que hiciste en
la puerta cuando murió, a pesar de que deseabas con todo tu corazón que no
regresara de la muerte, sabías que no podías correr riesgos así que sellaste la
habitación e hiciste lo que pudiste para poder vigilarla de vez en cuando,
ahora está dando vueltas sin sentido por el cuarto, al principio cuando pasaba
frente al espejo se quedaba un rato observando su reflejo, alguna vez intento
tocarlo y al darse cuenta de la frialdad del cristal dejo de hacerlo. En el
momento que se da cuenta que es observada se acerca hasta la puerta y comienza
a gemir con más fuerza, golpea la madera con ambas manos, retrocede y levanta
los brazos en un vano intento por alcanzarte. Te invade la rabia, el dolor, la
tristeza, analizas tus posibilidades, una cura quizá, pero sabes perfectamente
que eso no será posible así que sacas del bolsillo izquierdo de tu abrigo la inyección
para dormir al perro, lo sujetas cariñosamente del cuello y clavas la aguja en
su pata trasera, protesta un poco pero esta demasiado débil como para escapar
de ti. En un par de minutos estará dormido y todo habrá terminado.
Miras nuevamente por la puerta, ella sigue ahí,
inquieta, hambrienta y desesperada, los ruidos que hace son cada vez mas
fuertes, te agachas y observas que la respiración de Rafael ya no es tan
agitada, en unos segundos mas estará completamente dormido, te agachas, le
acaricias una vez mas y te sientes el hombre mas desgraciado del universo entero,
podrías haberlo dejado morir de hambre tal vez, o matarlo en lugar de hacerle
esto.
Tomas su pata entre tus manos y cuando la dejas
caer te das cuenta de que ya no hay reflejos, Rafael esta completamente dormido
y ha llegado el momento, miras por el orificio y esperas que ella se coloque en
la posición correcta, entonces empujas con fuerza la puerta y emparejas la
puerta, te acercas hasta donde esta y dejas que muerda tu brazo izquierdo, entonces
la empujas y luchas con ella hasta que logras atraparla con las sabanas, logras
mantenerla lo suficientemente alejada de ti como para que no pueda clavarte los
dientes de nuevo, sientes como la infección comienza a recorrer tu cuerpo,
sientes el brazo como una braza hirviente y con gran esfuerzo sacas de tu bolsa
las tres pastillas para dormir, las colocas en tu boca y te las tragas con
saliva.
Transcurridos unos minutos sientes como se va aflojando tu mente, comienzas a divagar y empiezas aflojar a tu esposa que no ha parado de forcejear intentando llegar hasta ti, piensas en Rafael y te entristece pensar en que se ha de convertir en tu primer comida una vez que despiertes de la muerte, pero que podías hacer sobre todo pensando en lo difícil que ha sido conseguir comida estos últimos días…